Que pienso de "Que piensas Heribert Barrera"

Qué pienso de “Qué piensa Heribert Barrera”

Raúl Martínez Corcuera

¡Bienvenidos al siglo veintiuno! Un representante socialista, en el Parlamento Andaluz, proclama que los moros, donde tienen que estar, es en Marruecos. Marta Ferrusola reclama que su marido está cansado de repartir beneficiencia entre los inmigrantes y que vienen a cerrar las iglesias románicas para abrir mezquitas. Y, a punto de entrar la primavera, ‘Deria Editors’ saca al mercado un libro: ‘Què pensa Heribert Barrera’, entrevistado por Enric Vila.
El pasado uno de marzo estaba prevista la presentación del libro. Para evitar posibles altercados, la editorial desconvocó el acto. En la calle, unos mostraban su repulsa al señor Barrera. Mientras, éste se indignaba por no poder expresar libremente su opinión que, por supuesto, no era racista. Una vez sufrido el texto, sólo me cabe decir, ‘en efecto señor Barrera, su discurso es racista. Muy racista’.
En España, el discurso racista aparece en voces de todo el arco parlamentario. Se hace natural la problemática y se justifica la discriminación y la violencia. Nuevamente asistimos a las presentaciones racistas clásicas: mi discurso no es racista; son una amenaza; invasión y demografía galopante; si viviéramos en su país, nos obligarían a…; no respetan nuestra cultura y costumbres; no hablan nuestro idioma… En el libro del señor Heribert Barrera, además de estos argumentos supuestamente no racistas, ni siquiera se aleja del discurso biológico.

Racismo Biológico

Desde el siglo dieciocho se potenció el concepto ‘raza’ en diferencias biológicas y naturales legitimadas por la ciencia. Las mejores cualidades de los grandes hombres se fundamentaban en la raza. Y, ‘casualmente’, la raza más perfecta era la blanca. En el siglo veinte, el racismo, derivado de las teorías científicas de raza se identificará con la teoría nazi de superioridad. El holocausto conllevará la negación del racismo en el discurso propio.
Heribert Barrera se atreve a negar su racismo y, al mismo tiempo, no le tiembla la voz cuando da por sentado el menor coeficiente intelectual de los negros. Inicia su discurso afirmando propuestas de racismo biológico: ‘Aunque no sea políticamente correcto decirlo, hay muchas características de la persona que vienen determinadas genéticamente, y probablemente la inteligencia es una… ‘¿Y quien es más inteligente, un negro o un blanco?’ A continuación, pone en duda su propia afirmación: ‘algunos pretenden que los negros son, de media, un poco menos inteligentes que los blancos, pero la inteligencia es el resultado de factores muy diversos, arbitrariamente escogidos y, por tanto, estamos en un terreno mal definido’. El siguiente paso es reafirmar la genética unida a la inteligencia cuando el entrevistador se extraña del análisis de inteligencia en términos étnicos. ‘Seriamente, no lo había oído nunca…’ le dice el entrevistador’ y la respuesta: ‘Porque no es políticamente correcto y no es seguro que sea cierto, y si lo fuera, es difícil de demostrar. El coeficiente intelectual de los negros de los Estados Unidos es inferior al de los blancos.’
Y para concluir, una ‘duda razonable’ sobre la menor inteligencia de los negros: ‘En todo caso, de la misma manera que físicamente se acepta que los negros tienen más aptitudes en la carrera de velocidad, por ejemplo, no hay razón científica para creer que no pueda haber diferencias en la inteligencia’. Y todo esto seguido y en el mismo párrafo.
Más rápidos y más fuertes, así que seguro que son más tontos. ¡Patético! El tan comentado ‘mapa del genoma’ que niega cualquier atisbo de diferencias genéticas no va a desmontar planteamientos amparados en siglos de mentiras, ¡hasta ahí podíamos llegar!
El racismo biológico implica criticar el mestizaje que suponía el final de las especies. Rosenburg señalaba, en 1893, la raza y la pureza de sangre frente al caos de la sangre. El mal procedía del mestizaje y el universalismo. El racismo de Barrera niega cualquier posible aportación positiva de las personas de otras culturas: ‘ésta es una de las propagandas de este multiculturalismo según el cual el mestizaje es un enriquecimiento. ¿Un enriquecimiento?, ¿para qué? Que me digan qué ganamos con que en este momento se bailen tantas sevillanas. No ganamos absolutamente nada. Ni de que tengamos aquí más mezquitas o haya un porcentaje cada vez más alto de musulmanes. No creo que esto nos beneficie en nada’. Sesenta años de aportaciones sociales, culturales y económicas simplificados en bailes de sevillanas y construcción de mezquitas. Eso es utilizar solidísimos argumentos.
Sólo nos queda justificar, científica e históricamente, la pureza de sangre y también eso lo encontramos en el texto: ‘podemos decir que Cataluña existe desde hace mil años, pero si quiere, vamos más atrás. Los griegos eran una pequeña minoría, los romanos bastante pocos, los árabes muy pocos, visigodos hubo muy pocos. La última ola migratoria importante en Cataluña es la de los del Llenguadoc (…) incluso podemos decir que hablaban prácticamente la misma lengua. Por tanto podemos decir que son al menos primos nuestros. La gente del sur, aunque tiene características lingüísticas y culturales diferentes, son también bastante próximos. No se puede comparar con una inmigración subsahariana o magrebí con una procedente de Francia, España o Italia. Ni étnica ni culturalmente es comparable.’
Ya lo tenemos todo. Y además, raza y lengua unidas, el tan manido argumento cuando Vandellós establecía una diferencia entre los no catalanes de lengua castellana y los de lengua catalana: ‘esta parte de la inmigración es la que menos preocupaciones ha de proporcionarnos ya que pueden ser considerados como de nuestra misma raza y fácilmente asimilables’ (1935:64) Un argumento histórico del que Herder ya era uno de los clásicos del género. Herder ancla en la cultura el genio de la lengua. Exige perfeccionar la lengua, hecho original de la nación, y después costumbres, gobierno y religión. El culto de una lengua nacional original que debe pertenecer virgen.
A pesar de las negativas de Barrera de racismo en su discurso, estos argumentos son biológicos y amparados en la inferioridad de las razas y sus mezclas. Pero, como ya hemos dicho, suena mal y Barrera también se apoya en otros argumentos igualmente racistas en lo que Banton denomina ‘nuevo racismo’: ‘El racismo falla al intentar probar que la fuente de grupos diferentes se halla en el campo biólogico. Busca entonces justificaciones en propuestas divinas, diferencias culturales, disparidad de pautas educacionales o alguna otra doctrina que sirva para marcar sus continuas creencias racistas’. (MONTAGU,1972:159).

Inmigración y delincuencia

Otro argumento clásico es la tendencia a unir la genética de los ‘forasteros’ y la criminalidad. Vandellos exponía: ‘actualmente en Catalunya, una gran parte de los delitos de sangre son efectuados por inmigrantes.’ (1935:74) En 1968 Enoch Powell declaraba que en 15 ó 20 años el hombre negro tendrá el control sobre el blanco. En el mismo discurso acuñó la frase ‘rios de sangre’ refiriéndose a lo que sucedería si no se reducía el número de negros y destacando los índices de criminalidad generados por los negros.
Y Barrera establece esta generalización de la manera mas sutil y peligrosa. El argumento se inicia en las páginas 91-92: ‘¿Qué vienen magrebíes, que en lugar de trabajar llevan, digamos, mala vida en ciertos barrios de Barcelona? (…) ¿Qué los hijos de esos inmigrantes, los de los que trabajan y los que delinquen, son un problema para la escuela pública?’ Dar por supuesto y natural que llevan mala vida y delincuencia en un párrafo no relacionado con las minorías. Segundo paso. Barrera habla de ‘okupas’ pero su discurso se va hacia los gitanos: ‘Yo lo consideraría moralmente legítimo en el caso, por ejemplo, de unos gitanos que no tienen techo’ para, a continuación hablar de la delincuencia y poner un ejemplo como el de los peruanos y la autopista: ‘la ley Belloch permite la reincidencia y que los peruanos roben una y otra vez’.
El siguiente paso del argumento es, como no podía ser de otra manera, generalizar sobre todos los extranjeros: ‘en el caso concreto de los peruanos, yo los echaría. No permitiría de ninguna manera que un extranjero recién llegado fuera un delincuente sistemático. Se puede aceptar de un extranjero que llevara 30 años en el país, pero no de unos señores que acaban de llegar y que, a veces, no tienen papeles’. Definitivo, inmigrantes delincuentes y sin papeles a los que hay que expulsar.

Números y violencia

El juego de los números fue puesto de relieve por Powell en su discurso de la ‘dulce pequeña niña blanca’, la niña blanca sóla en una clase llena de inmigrantes para ilustrar efectivamente una discusión crítica de estadísticas sobre inmigración. El mismo argumento expuesto por Marta Ferrusola acerca de sus hijos en el parque sin que nadie hablara catalán. Es la concepción del ‘nuevo racismo’ también planteado por Margareth Thatcher en enero de 1978: ‘Si seguimos como hasta ahora, al final del siglo habrá más de cuatro millones de personas venidos de la Commonwealth o el Pakistán. Ahora hay problemas aquí y pienso que la gente está temerosa de que su país sea arrollado por gente de diferente cultura. Y, tú sabes, el carácter británico ha hecho mucho por la democracia, por la ley y lo ha hecho alrededor del mundo, y si realmente hay miedo a ser arrollado, la gente va a reaccionar y va a ser hostil con aquellos que están viniendo’. (Daily Mail, 31.1.78). Somos muy buenos, pero son tantos que la violencia será natural.
La negación del racismo de Barrera también parte de una cuestión de números: ‘Para mí (…) racista es aquel que cree que hay razas superiores a otras o acepta discriminaciones en función de raza. Pero cuando el señor Haider dice que en Austria hay muchos extranjeros no hace ninguna proclama racista. Quiere decir que quiere preservar la sociedad austriaca tal como a él le gusta, tradicional, cosa imposible desde el momento que incorpora un número considerable de extranjeros, de otras lenguas y costumbres, que modifiquen esta sociedad (2001:115)
Nuevamente, no es racismo, es que son muchos y, aunque somos fantásticos nos vamos a ver obligados a utilizar la violencia. Barrera es capaz de justificar la violencia vivida en Terrassa o en El Ejido en el alto índice de inmigrantes: ‘Yo creo que son hechos que se pueden repetir y que si el señor Aznar no cumple su compromiso de reformar la Ley de Extranjería cada vez serán más frecuentes. Porque, está claro, mire la proporción de extranjeros que había en El Ejido (…) pero eso no justifica que la gente de El Ejido haya de aceptar verse dominado por esta gente. La expulsión de El Ejido debería ser la expulsión progresiva de los que trabajan y sustituirlos por trabajadores de la zona hasta que quede un porcentaje aceptable’.
Lo que no nos explica es el porcentaje que considera adecuado. ‘De momento, España todavía tiene una baja tasa respecto al resto de la Unión Europea… Eso cambia rápidamente. Además esa tasa se calcula sobre los inmigrantes legales. Hay una gran cantidad de ilegales que se legalizarán con la nueva ley. Veremos como evolucionan las estadísticas. Además, la inmigración está distribuida muy desigualmente en el territorio, algo que en un momento determinado, puede tener mayor importancia que una media aritmética, que es poco representativa’. (2001:94) Primero números. Si no supone suficiente problema, faltan los ilegales. ¿Más? hablemos de proporción… La solución: la expulsión amparada en la ley. ¡Que se vayan! ¡Que les peguen y les quemen sus casas!
¡Viva la Ley de Extranjería!: ‘No hay razón par estar contra todo lo que hace Aznar: cuando reforme la Ley de Extranjería lo encontraré la mar de bien y seguramente encontraré que se queda corto (…) Yo, la ley socialista la hubiera modificado, pero para endurecerla… (…) cuando digo endurecerla quiero decir más restrictiva con la inmigración clandestina’ (p. 56) Qué hay que hacer para solucionar la inmigración: ‘Una ley de extranjería más dura que la anterior. Que para venir aquí se necesiten papeles, un visado y que el que esté en situación ilegal se le pueda expulsar sin demasiados trámites burocráticas y sin intervenciones judiciales y que los que estén aquí en situación legal, si todavía no ha adquirido la nacionalidad y delinque, que se le expulse’.

Cataluña sin catalanes. Procesos de integración y/o asimilación

En una cosa estoy de acuerdo con el señor Barrera, cuando señala: ‘todas las afirmaciones proféticas son un poco gratuitas’ (2001:156). Lastima que no lo tenga en cuenta y, apenas trece páginas después, se lance a la realización de profecías ‘terribles’ sobre el futuro: ‘la verdad es que veo un futuro un poco negro. Si continúan las corrientes inmigratorias actuales, Cataluña desaparecerá (…) Tengo la esperanza de que quizá lo podamos aguantar, que podremos ir integrando la población inmigrada de origen español y los ‘nuevos llegados’ de fuera de España. Ahora, no lo veo seguro. Estamos en una situación en la que indiscutiblemente ha habido un retraso en la cuestión catalana y no creo que la nación catalana se pueda mantener sin su lengua’. Se genera el mito de necesidad de defensa y se genera una amenaza que justifica nuestros miedos. Así nacen los ‘miedos genuinos’ instaurados por Powell y amparados en la amenaza que se cierne sobre nuestra cultura y formas de vida.
El argumento preferente de Barrera es la incapacidad de integración de los ‘nuevos llegados’ que dificulta la supervivencia de la lengua catalana: ‘Creer que se puede fundamentar la cultura catalana con la llegada de magrebíes que hablan todos castellano no tiene ningún sentido. Decir eso es una ilusión aberrante (…) querer justificar cosas racionalmente injustificables (…) Si no hemos llegado a integrar a los inmigrantes del sur de España cuando nos encontrábamos en una proporción de uno a uno, como podemos esperar que, con una proporción de dos o tres contra uno, podremos integrar una gente más alejada de nosotros en cuanto a cultura, religión, patrimonio genético…? Hay una dimisión ante lo que parece inevitable o una cobardía por miedo a ser acusado de racista o poco progresista que ha silenciado unas verdades que a mi me parecen indiscutibles. (…) si continúa viniendo gente de fuera, desde el punto de vista de la identidad catalana, no habrá nada que hacer. Una lengua es un mercado y su desarrollo sigue esta lógica. En una colectividad, una lengua minoritaria está condenada a desaparecer; eso si no es que los hablantes formamos una comunidad cerrada que evita todo intercambio. Pero si hay comunicación y una sola sociedad, que es como han de ir las cosas para ir bien, no tenemos nada que hacer.’
Sobre la integración lingüística, Barrera expone: ‘Si yo supiera que los negros y magrebíes que vinieran hablarían catalán, la inmigración me parecería menos problemática. Tampoco pienso que nos beneficiaría en nada. No pretendo que un país haya de tener una raza pura, pero hay una distribución genética en la población que estadísticamente es diferente a la de la población subsahariana, por ejemplo’.
Barrera no es racista, pero ya sabemos que la genética es diferente en las diversas poblaciones y la genética (¡está hablando de raza señor Barrera!). Vandellós exponía: ‘Se puede dar el caso que sobre una misma denominación geográfica y política actúe un cuerpo absolutamente diferente del que se ha muerto. Éste podría ser el caso de Cataluña el día que el elemento forastero superara al autóctono porque los que se llamen catalanes lo fueran de nombre, pero no de raza’ (1935:39) Al igual que nos encontramos con los discursos de Powell en el Reino Unido, Vandellos ya establecía en 1935 que ‘podría darse el caso que en algunas generaciones, Cataluña estuviera poblada por una gente más patriota que ahora, que se denominen catalanes pero que no lo fuesen sino de nombre porque los descendientes de los forasteros se hubieran convertido en mayoría y tomado el mando. Aquella Cataluña no sería de ninguna manera la continuadora de nuestra historia’ (1935:185)
Argumentos recuperados por Barrera: ‘ahora pasa un poco al revés, las instituciones pueden ser catalanas, pero la población lo es cada vez menos. No se si podremos volver atrás. Además, esto no se ha acabado: con la inmigración sudamericana y del Magreb, la castellanización progresa, ¡y mucho!’
El problema del señor Barrera es negar su racismo claro y patente y amparar ese racismo en sensaciones horribles para la supervivencia de Cataluña sin dar un único argumento amparado en datos contrastables. Pero también esa es una de las características del racismo. Una cuestión final. Ya que es algo habitual, espero que no se encuentre alguien como usted, que busque en su árbol genealógico y descubra que su familia fue inmigrante llegada a Cataluña y contara con más posibilidades de integración que las que usted concede a la nueva población. Y lo dicho señor Barrera, ¡su discurso es racista, muy racista!

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