¿ Un problema policial?

¿Un problema policial?

¡Qué intervenga el ejército! Primero fue la Junta de Andalucía, por boca de su presidente, Manuel Chaves, del Partido Socialista quien lo reclamó. Le siguieron varios alcaldes. Y el Gobierno del Partido Popular, tras el rechazo inicial pasó a matizarlo por medio del ministro de Defensa, Federico Trillo, quien no descarta su intervención en un futuro si se dan situaciones de “extrema necesidad”. (Curiosamente, el delegado del Gobierno en Andalucía, José Torres Hurtado, argumentó que “la llegada de inmigrantes a las costas gaditanas se produce en una media diaria de 33 personas; qué país, autonomía y ayuntamientos tendríamos si para ese número de inmigrantes tuviese el Ejército que intervenir. Si así fuera, mal estaría funcionando la sociedad civil”. Afirmaciones mesuradas y juiciosas, en verdad, lástima que no se tengan en cuenta cuando se titula, un día sí y otro también, sobre las “oleadas” de inmigrantes que llegan en pateras.)
El propio general William Kernan, comandante supremo de la OTAN, afirmaba el pasado 6 de septiembre en el simposio sobre seguridad en el Atlántico Norte, que “la lucha contra la inmigración ilegal es una de sus nuevas misiones”.
No queremos ser, de ningun modo, alarmistas. Estamos convencidos de que no es una medida que se prevea a corto plazo, dados los obstáculos con los que se enfrentaría. Aun así, todas las propuestas, aun las más disparatadas, tienen un comienzo y haríamos mal en despreciar las posibilidades de que, incluso ésta, puedan ir tomando cuerpo.
Lo que queremos llamar la atención aquí, es cómo de esta manera se refuerza en el imaginario de la gente la visión de la inmigración como una “invasión” y en esa lógica encaja el recurso al Ejército y a la OTAN, de cara a hacer frente a un “enemigo externo”. Aunque nadie lo formule de esa manera, es bastante elocuente lo que se tiene en la cabeza cuando se reclama el recurso a contingentes armados para abordar cuestiones de inmigración.
Y eso que ya estamos teniendo una experiencia de los resultados del contacto cada vez más frecuente de otros cuerpos armados, como la Policía y la Guardia Civil, con inmigrantes. Sin entrar en la experiencia que relatan los cientos de personas inmigrantes que se topan a diario con la policía, y que está muy lejos de las publicitadas fotos del guardia civil que atiende con mantas al que acaba de descender de la patera, nos parece dramático que en los últimos meses hayamos asistido a la muerte de cuatro de estas personas.
El 20 de mayo, Antonio Augusto Fonseca, fallece en la comisaría de Arrecife (Lanzarote) a consecuencia de un golpe en el cuello. El 22 de noviembre, Mustapha H. aparece ahorcado en los calabozos de la 410 comandancia de la Guardia Civil de Ceuta (los mismos en que apareció también ahorcada dos años antes Julienne Danielle, embarazada de 7 meses). El 3 de diciembre un inmigrante, que tras haber llegado en patera trataba de huir de la Guardia Civil, es abatido de un tiro en la misma playa de Tarifa. El 30 de diciembre, Julious Ofasi, ingresa en el hospital de Murcia, donde muere cuatro días después, tras recibir un fuerte golpe en la prisión de Sangonera, donde estaba preso. Las innumerables gestiones que tienen que hacer familiares u organismos de defensa de los derechos humanos para tratar de que se esclarezcan estos hechos y, en su caso, se castigue a los culpables encuentra siempre enfrente una posición oficial enrocada en la versión habitual (agresión a la fuerza pública, disparo accidental, forcejeo…) destinada a cerrar filas en la defensa de los cuerpos armados.
Si todo esto pasa hoy, las perspectivas pueden empeorar caso de que el Gobierno pretenda llevar a la práctica, vía policial, claro está, la expulsión de las miles de personas sobre las que penderá, tras la aprobación de la Ley de Extranjería, esa amenaza. Hay que volver a recordar que esas personas, que además no han cometido delito alguno, siguen siendo titulares de derechos humanos fundamentales. Y que es preciso oponerse a la política de recurrir a cuerpos armados para afrontar los retos migratorios.

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