El Holocausto como práctica social

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Gaon, Nora. (Directora del Departamento de Habla Hispana Gheto Fighters House Museum. Israel)

El Holocausto fue perpetrado en el centro de la civilización occidental, en Europa, a mediados del siglo XX. Fue concebido, planificado y ejecutado por seres humanos. El Holocausto fue resultado de una trágica confluencia de factores socio-históricos reactivados por condiciones colectivas, que evidenciaron conmociones económicas y políticas. Después de la Primera Guerra Mundial, en Alemania se debilitó el orden social y las masas, sumidas en el caos, pudieron pasar a ser instrumentadas ideológicamente por los líderes que se aprovecharon del fuerte resentimiento que produjo la pobreza y la miseria. Frente a la grave desestabilización que atravesaba la sociedad alemana, surgió el liderazgo de Hitler que pudo transformar la realidad a la medida de sus delirios. Él retomó la temática del complot universal y el cataclismo del mundo, previo a un nuevo renacimiento, y los hizo realidad. El orden del mundo sería restablecido por el nazismo mediante la eliminación de esos “agentes diabólicos” que amenazaban el equilibrio del régimen, instrumentando la eliminación del otro. Al observar el Holocausto como una práctica social se pone el foco en los tipos de articulación de eventos que fueron necesarios para la implementación de un fenómeno de exterminio masivo, observando cómo se preparó el terreno para la introducción de medidas severas como el homicidio estatal masivo, que pasa a ser, en un determinado momento, una legítima política de Estado. Todo esto se produce dentro de un proceso. Este proceso atraviesa cinco momentos desde su inicio en la construcción negativa del otro hasta su exterminio definitivo. Esos cinco momentos son:

1- La construcción de la otredad negativa

2- El hostigamiento

3- El aislamiento espacial

4- El debilitamiento sistemático

5- El exterminio

1 La construcción de la otredad negativa La ideología nazi procuraba construir una sociedad alemana nueva basada en la unidad racial y unificada por una ideología compartida. Los judíos –o el judío– representaban todo lo que era diametralmente opuesto a esta nueva sociedad. El nazismo utilizó la imaginería antijudía que había circulado en los siglos XVIII y XIX y que atribuía al judío las taras más diversas y contradictorias: capitalista, usurero, desafecto al trabajo y explotador a la vez que agitador, comunista y violento. A estas acusaciones se agregan otros tintes en Los protocolos de los sabios de Sión, un documento que daba cuenta de un plan secreto urdido por los judíos para apoderarse del mundo. Se busca convertir al judío en el elemento concentrador del odio de las diversas capas sociales. La violencia se expresa a través de las imágenes. Es la ilegitimación la que inicia el proceso, la construcción teórica de la necesidad de un exterminio, aunque todavía esté lejos de expresarse en esos términos.

2 El hostigamiento En este momento se produce un salto cualitativo, el paso de la reflexión a la acción. Esta etapa se caracteriza por dos tipos de acción:

a) La acción de origen espontáneo que consiste en la implementación progresiva de acciones en contra del otro. Se tantea la opción de la violencia directa (ya no mediatizada por imágenes y propaganda). Se recluta un aparato represivo y a la vez se “instala” la necesidad de “ordenar” el proceso, haciendo que esa realidad confusa sea necesaria. En general este período se desarrolla con mucha más rapidez en momentos de crisis, ya que la violencia latente y la ansiedad provocada por la incertidumbre pueden ser dirigidas hacia ese sujeto que es el “causante” o responsable de la crisis.

b) La segunda forma, de carácter estatal, se vincula con la promulgación de normas jurídicas legitimadoras de las prácticas discriminatorias: limitación de la propiedad, prohibición de determinadas prácticas y por último privación de la ciudadanía. Estas normas regulan los espacios y limitan los movimientos, las zonas de desarrollo y las prácticas del otro negativo. Hasta este momento el exterminio aparece como una posibilidad lejana, se apunta más a una expulsión que a la muerte. El doble hostigamiento, físico y legal, busca expulsar al diferente del mundo normal. Esto lleva a una exclusión que puede revestir dos formas: interna o externa. La externa implica abandono del espacio común atravesando fronteras. La exclusión interna es un paso hacia el exterminio, porque el aislamiento de la población victimizada dentro del territorio hace posible diseñar una “solución final”.

3 El aislamiento espacial En este tercer momento, el centro va a estar en el ordenamiento espacial. Se comienzan a delimitar espacios permitidos y prohibidos. El gueto es la manifestación de esta época: se reúne a la población judía en un espacio geográfico claramente definido. Esta relocalización, a pesar de ser una continuación del hostigamiento, es vista muchas veces como un alivio. El aislamiento cumple también la función de sacar el proceso fuera de los ojos de la opinión pública.

4 El debilitamiento sistemático Una vez logrado el aislamiento espacial, se deben acentuar las siguientes acciones:

a) Resquebrajamiento físico: desnutrición, epidemias, hacinamiento, falta de atención médica.

b) Resquebrajamiento psíquico: humillación, asesinatos esporádicos de familiares, delación, etc.

c) Selección: aquí se llega al objetivo de esta etapa: algunos individuos son asesinados, otros mueren por el deterioro de las condiciones, otros “se adaptan” dejando de ser sujetos per se. Se crea una masa debilitada. En este punto, si se han creado las condiciones necesarias, se produce el exterminio; si no se encuentran desarrolladas, se reinicia el ciclo: se construye la otredad, se produce el hostigamiento, se aísla y se avanza hacia el exterminio.

5 El exterminio Es la etapa final. Su realización completa implicaría la extinción física, psíquica e histórica de esa fracción social.

Primo Levi describe así a ese hombre que está a un paso del exterminio:

Considerad si es un hombre

Quien trabaja en el fango

Quien no conoce la paz

Quien lucha por la mitad de un panecillo

Quien muere por un sí o por un no.

Considerad si es una mujer

Quien no tiene cabellos ni nombre

Ni fuerzas para recordarlo

Vacía la mirada y frío el regazo

Como una rana invernal.

Pensad que esto ha sucedido: Os encomiendo estas palabras. El proceso es sistemático, impersonal y de tremenda eficiencia, capaz de hacer desaparecer a poblaciones enteras en plazos cortos. El asesinato es serial, industrializado.

A modo de epílogo Prevenir el olvido a través del estudio configura un modo permanente de homenaje y testimonio comprometido con las víctimas y su dolor así como una forma eficaz de evitar futuras reiteraciones a las que son tan proclives los hombres. Existe un mandato ético de reflexionar, pensar en lo impensable para fortalecer la confianza en la razón, único modo de atemperar la discriminación del diferente, el racismo y la xenofobia. No se debe rehuir la reflexión sobre el Holocausto porque éste plantea los mayores problemas éticos y paralelamente evidencia los extremos más oscuros de la condición humana. Pensar en el Holocausto especialmente como una práctica social invita a reparar de alguna manera la siniestra herida que generó la violenta irrupción de lo real sobre lo simbólico. Si “fue posible y podría serlo nuevamente”, la percepción de los cinco momentos apuntados y la acción podrían evitar otra catástrofe. Lo verdaderamente impactante del Holocausto no es que fuera una aberración accidental, sino algo intrínseco al sentido de la modernidad y de Occidente. La terrible revelación de su esencia debe inscribirse en el cuerpo de la historia de la cultura y del pensamiento crítico contemporáneo.

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