Ámbitos de riesgo social entre menores de familias de origen inmigrante

“Cuando la vida y los derechos de los niños están en juego, no debe haber testigos silenciosos” (Carol Bellamy)

Este artículo se basa en el informe elaborado por el grupo de investigación IFAM , encabezado por las investigadoras Violeta Quiroga y Ariadna Alonso, de la Universitat Ramon Llull-Fundació Pere Tarrés, en colaboración con UNICEF España, y que lleva por título Abriendo ventanas: infancia, adolescencia y familias inmigradas en situaciones de riesgo social . El trabajo de investigación analiza los factores que pueden conducir a los hijos de familias de origen inmigrante a una situación de riesgo social, a través de entrevistas a 106 profesionales implicados en el trabajo con el colectivo de hijos inmigrantes, y a ocho menores de nacionalidad extranjera. El documento plantea, además, 25 buenas prácticas que pueden ayudar a corregir algunas de las deficiencias detectadas en los diferentes ámbitos tratados.

Pocos países europeos registraron un crecimiento migratorio tan rápido como el estado español, convirtiéndose en uno de los destinos principales de la migración internacional no comunitaria hacia Europa. Los inmigrantes que llegaron en la década de los 70 y 80 acaban por asentarse en nuestro país ante la dificultad de poder dar el salto a otros países europeos, verdadero objetivo de los inmigrantes. Su asentamiento se traducirá en proyectos familiares: a finales de los noventa empieza el gran boom de las reagrupaciones, tanto de cónyuges como de hijos, además de aquellos proyectos familiares nacidos ya en nuestro territorio (Quiroga, Alonso, Guasch, Sòria, 2011) . Unos y otros configuran hoy una parte importante de la población infantil y juvenil que reside en nuestro país: menores que han nacido en el extranjero (con nacionalidad extranjera o nacionalidad española) y que accedieron a nuestro país a través de la reagrupación familiar, o menores que ya han nacido en España (con nacionalidad extranjera o nacionalidad española).

Los años se han sucedido y, sobre todo entre los profesionales, empiezan a oírse voces de alarma, cierta preocupación social por los hijos de familias inmigradas, hecho que lleva a preguntarnos por las situaciones de riesgo social de estos jóvenes, básicamente para detectarlas y, en caso de ser necesario, llevar a cabo una acción preventiva. De la misma manera, será de suma importancia conocer los factores protectores que desarrollan los menores ante determinadas situaciones de riesgo social pues, no debemos olvidar, que no todos están en situación de riesgo social en las mismas condiciones. Los factores protectores marcarán la diferencia, contribuyendo a disminuir los efectos del riesgo a través de fuerzas internas y externas, a través de factores personales, de factores sociofamiliares y/o de factores comunitarios. El conocimiento de estas situaciones de “riesgo social” será un instrumento clave para prevenir situaciones de vulnerabilidad e identificar, al mismo tiempo, las grietas de la cohesión social.

El estudio y el conocimiento de los nuevos colectivos sociales surgidos en nuestra sociedad a raíz de los movimientos migratorios, así como de los factores de riesgo y de los factores de protección, serán claves para articular herramientas y dispositivos adecuados para la detección de necesidades y la prevención de situaciones de riesgo entre estos chicos y jóvenes inmigrantes y para orientar, de forma aplicada, a administraciones, instituciones y a los profesionales que están en contacto con este colectivo.

La investigación destaca ocho ámbitos como los más influyentes y condicionantes para el desarrollo y bienestar de los menores: el ámbito económico, jurídico, educativo, formativo y de inserción laboral, de tiempo libre e identidad personal, el de salud física y emocional, y el que compete a las administraciones públicas. Dentro de cada uno de estos ámbitos, se presentan los principales factores de riesgo que han sido identificados por los agentes claves, factores que, a su vez, han sido contrastados con la bibliografía disponible sobre cada ámbito. En estas páginas, me detendré de manera especial en el ámbito familiar, aunque destacaré, brevemente, del resto de ámbitos, pues unos y otros están interrelacionados.

Partiendo de la perspectiva del papel primordial, aunque no único, que juega la familia en los procesos migratorios y cómo éstos afectan las relaciones familiares, me detendré en analizar desde la perspectiva del bienestar de los hijos como causa de la inmigración y a los propios menores como sujetos migrantes. En relación a la figura del menor como causa de la inmigración, el bienestar de los hijos aparece con frecuencia en los discursos de los inmigrantes como causa principal de la inmigración: la formación y la posibilidad de acceder a una mejora social a través de ésta. Esto nos lleva a preguntarnos hasta qué punto estas expectativas son compartidas por los hijos y qué grado de influencia tienes éstas en su éxito escolar y sus propios proyectos de movilidad social.

La familia constituye el primer agente socializador en la vida de un menor y los progenitores son las personas que tendrán una influencia más directa en el comportamiento de los demás miembros de la familia, ya que serán los portadores de reglas, roles sociales y pautas culturales. Los cambios que se producen en la estructura familiar como resultado del proceso migratorio de alguno de los progenitores suele conllevar ciertos costes emocionales para todos los miembros de la familia. El alcance de éstos dependerá de la interacción de múltiples factores vinculados al género, la clase social, la edad, el contexto social, político y económico, etcétera, que pueden llegar a traducirse en situaciones de riesgo social y de exclusión para los hijos e hijas de familias inmigradas.

Aunque un hogar reconfigurado no tiene por qué ser sinónimo de hogar desestructurado, no debe olvidarse que serán necesarios ciertos ajustes familiares para brindar el sustento familiar necesario para un desarrollo adecuado de los menores, y esto conlleva una gestión de estos cambios en los que deben intervenir varios agentes, además de la familia, cuyas intervenciones revertirán, a medio y largo plazo, en el bienestar del menor.

Por lo que se refiere a la Reagrupación familiar

Según Requena y Sánchez-Domínguez , la reagrupación de los hijos en España está especialmente extendida entre los inmigrantes económicos, que son mayoría dentro de la población inmigrante. Este grupo se caracteriza, fundamentalmente, por un alto grado de concentración doméstica y por estructuras de convivencia relativamente complejas, distinguiéndolos de los hogares formados por la población autóctona. Asimismo, son los inmigrantes económicos también quienes en mayor medida se encuentran con hijos aún pendientes de reagrupar. Estas formas de convivencia de los inmigrantes se traducen en porcentajes mucho mayores de padres que no conviven con sus hijos y un volumen relativamente más elevado de hijos adultos que no conviven con sus progenitores resultado de que los movimientos de reagrupación familiar de los cónyuges se han producido con mucha más intensidad y velocidad que los de los hijos y también que el número potencial de hijos agrupables es considerablemente mayor que el de cónyuges. Si la migración se produjo después de 2001, presentarán una menor probabilidad de haber reagrupado a sus hijos que los que tienen mayor tiempo de permanencia en el país de destino. Serán las mujeres las que, en mayor medida, reagruparán a sus hijos antes que los hombres (Requena, 2011).

1. El grado de asentamiento en destino estará ligado a la edad de los hijos en el momento de la reagrupación: cuanto más cercana esté la adolescencia más dificultades en el proceso de adaptación. La identificación con el grupo de iguales migrado será mucho mayor que la identificación con la familia, familia con relaciones ya de por sí debilitadas y con un vínculo afectivo frágil debido a la separación física durante un largo periodo de tiempo.

2. La desvinculación familiar por el distanciamiento durante años. A pesar de la constatación que existe un deseo de los padres y del hijo por rencontrarse, la realidad demuestra que imperan una ansiedad preminente de esta revinculación, que choca con la falta de sustento emocional real. Se produce un desencanto entre hijos y progenitores que se han convertido en desconocidos los unos para los otros. Ante la perspectiva de género, entre las chicas se establecen relaciones de mucha confrontación con sus progenitoras, a las que perciben como “abandonadoras”.

3. Existen pautas culturales diferentes en los modelos de reagrupación familiar pues la manera en que se reagrupan las familias no es igual, como tampoco lo son las estrategias familiares utilizadas para crear sinergias familiares.

Por lo que se refiere a la organización familiar y modelos de convivencia

A la hora de detallar la estructura familiar, el proceso migratorio prima sobre cualquier otra característica del extranjero, pasando por encima de diferencias culturales o de organización familiar de cada uno de ellos. Los hogares de los inmigrantes se definen, en principio, por dos características básicas que difieren de los hogares constituidos por la población autóctona de la sociedad receptora: son hogares más numerosos y están caracterizados por la complejidad interna pues albergan una mayor densidad de relaciones domésticas, familiares y no familiares, en su seno (Requena; Sánchez Domínguez; 2011). No obstante, lo específico de cada sistema de parentesco debe reflejarse en el tipo de familia al que se moviliza en el proceso migratorio, más allá del propio núcleo (la legislación española, mediante la reagrupación, acaba favoreciendo la nuclearidad).

1. Existen ciertos modelos de organización familiar más asociados al riesgo. Una de las características que afectan los hogares de las familias migradas tiene que ver con la reducción del círculo familiar y la ausencia de redes familiares extensas que participan en la crianza de los hijos y facilitan la resolución de conflictos. Estas redes son las que permitían en el país de origen conciliar la vida familiar y laboral. Así, encontramos que la organización cambia sustancialmente y la tipología de familia que hallamos es la reconstituida transmigrada, con la formación de nuevos núcleos familiares en el país de destino mientras el hijo quedaba en origen y la familia monomarental. Cuando se ha podido mantener una organización familiar de tipo nuclear, con roles y pautas tradicionales en el reparto de las tareas domésticas, se observa una mayor protección hacia la infancia que en los otros modelos.

2. Supervisión parental insuficiente en los hogares. Jornadas de trabajo inacabables unido a duras condiciones laborales acaban por repercutir en la seguridad y la atención a los hijos, que acaban creciendo sin referentes emocionales estables. Se detectan hijos sin supervisión, los llamados “niños llave”, niños y niñas a partir de los 8 ó 9 años con la llave colgando del cuello que, al salir de clase, regresan a casa o pasan la tarde en el parque sin que exista la presencia de un adulto y donde el grupo de iguales se erige como el único sustento emocional ante la ausencia de progenitores.

3. Déficit de competencias educativas parentales que conllevan desajustes y confrontación intrafamiliar. Una de las dinámicas más habituales que se ha identificado es la confusión y difuminación de roles en el seno de la familia, en muchos casos se produce una inversión de papeles y una asunción de responsabilidades invertida. Un reflejo de esta situación, es la adulterización de los hijos/as, ya sea como cuidadores de hermanos pequeños (sobre todo en las hijas) y/o como traductores-mediadores. En algunos colectivos, se detecta una mayor intensidad de reagrupación de las hijas como cuidadoras familiares mientras que en otros, estas funciones las ejercen las madres que no trabajan.

4. Confrontación entre los progenitores y los hijos por sistemas de valores contrarios y dificultad para gestionar estas relaciones. La gestión de las identidades múltiples por parte de los jóvenes se traduce en tensiones y estrategias continuadas, produciéndose una gran frustración por ambas partes y, en algunos casos, ni la familia ni la sociedad de destino valora o reconoce esta identidad múltiple. Esto se agrava en periodos de adolescencia, cuando el menor empieza a autodefinirse y los padres sienten que pierden el control.

Por lo que se refiere a Modelos de resolución de conflictos intrafamiliares

La separación física, la conciliación familiar o las transformaciones de los modelos familiares tradicionales acaban por generar tensiones en las dinámicas familiares entre padres e hijos. Estos hijos de familias inmigrantes heredarán, de una forma u otra, los efectos de ese contexto, y esto va a definir las condiciones inmediatas en las que se van a desarrollar las relaciones familiares, y sobre todo el tipo de gestión de los conflictos que van a producirse entre ellos y sus progenitores.

1. Utilización de la violencia como medida correctora por parte de la familia. Las personas profesionales se refieren a que algunas de estas familias, desbordadas por situaciones extremas de precariedad y con un alto grado de saturación, sumado a concepciones educativas muy tradicionales y rígidas de autoridad parental, utilizan la violencia o el retorno como medida educativa de contención. Este retorno puede tomar diversas formas: la primera estrategia radica en hacer un viaje de retorno hacia la familia en origen, que en algunos casos había estado ya referente de cuidado cuando los padres habían realizado la migración hacia España. Una segunda opción, más habitual entre familias subsaharianas, es el retorno a origen o a otros países mediante la asistencia a escuelas coránicas. También se han identificado casos en familias latinoamericanas que los ingresan en escuelas militares. Detrás de este retorno existe la idea que la vuelta al país de origen reorientará el comportamiento del hijo, mediante el contacto in situ con las pautas y los valores de origen. Para algunos padres, esta estrategia de contacto intensivo con los valores de origen es vista como una oportunidad para el adolescente de reorientar su vida.

2. Ruptura y abandono del domicilio familiar por parte de las chicas en situaciones muy precarias, algunas madres adolescentes. Un grupo de chicas en riesgo lo constituyen aquellas que debido al enfrentamiento familiar constante y una trayectoria de fracaso escolar, abandonan el domicilio familiar y rompen afectivamente las relaciones con la familia. Algunas buscan en una maternidad no planificada adolescente una oportunidad para la integración social normalizada, muchas veces siendo receptoras, con esta decisión, del rechazo parcial o total de sus familias. Lo que para ellas es una estrategia de ubicación social, muchas veces las acaba situando en una posición de alta vulnerabilidad, y en muchos casos esta apuesta por este tipo de transición a la vida adulta acaba teniendo altos costes emocionales para las adolescentes.

3. Ingreso en el circuito residencial de protección de menores. Como ya se ha comentado, algunas familias realizan una demanda a la administración para que se haga cargo de sus hijos y entregar la tutela. Esto es una consecuencia de relaciones de violencia intrafamiliar y trasgresión permanente por parte de los jóvenes hacia las familias, en casos en que se han perdido completamente los límites. Algunas personas profesionales apuntan que el trabajo de revinculación afectiva es fundamental para la resolución del conflicto, y que con la separación física y el ingreso a un centro esto es difícil de llevar a cabo.

Otros ámbitos donde pueden darse situaciones de riesgo

La actual situación de crisis económica ha hecho mella de manera específica sobre los colectivos, ya de por sí más vulnerables. Así, la tasa de paro entre la población extranjera está por encima, en más de 12 puntos, de la que tienen las personas de nacionalidad española, siendo uno de los colectivos más atendidos desde los Servicios Sociales de entidades y Administración. Los niveles de pobreza dependen, sobre todo, de las características de bienestar de cada país, en particular del impacto redistributivo de las políticas sociales y, actualmente, éstas se han visto afectadas por los recortes pero, también, por un aumento de la población usuaria. Hoy, al problema de la vivienda, y a la dificultad o imposibilidad de hacer frente a los gastos que ésta conlleva, se añade el problema de no poder hacer frente a suministros básicos o alimentación.

En el ámbito jurídico, señalar que la situación jurídica de los padres determinará la situación de sus hijos y una persona en situación administrativa irregular tiene un porcentaje mayor de padecer situaciones de riesgo social. Con la crisis, es frecuente que padres e hijos en situación administrativa regular pasen a situación irregular, que supondrá que los hijos de familias inmigradas no puedan ser atendidos institucionalmente en las mismas condiciones que los menores nacionales.

No podemos obviar aquí los problemas documentales detectados a la hora de realizar, los procesos de reagrupación familiar y que están relacionados con la obtención de información, con la aportación de la documentación requerida, las dificultades relacionadas con la acreditación de recursos económicos y la adecuación de la vivienda.

Se han detectado, también, situaciones que dificultan el acceso al empadronamiento: ayuntamientos que dificultan el empadronamiento a inmigrantes en situación administrativa irregular; indefensión de los menores por circunstancias familiares e imposibilidad de empadronar a algunos menores acogidos en centros de protección de la Comunidad Autónoma.

Finalmente, con relación a la tramitación del pasaporte de un hijo o hija de una familia inmigrada se han detectado diferentes situaciones según los consulados. Algunos son muy proteccionistas -como es el caso de Rumanía-, mientras que en otros los menores están completamente desprotegidos.

A nivel escolar, destacar, en primer lugar, que el fracaso escolar no es sólo un efecto directo de la pobreza infantil, sino también el reflejo de la tendencia a reproducir las pautas de pobreza de la próxima generación. En este ámbito, destacar que la ruptura de los itinerarios escolares de origen y destino frena la integración escolar. A esta rotura, debemos añadir la común incomprensión sobre los procesos y las dinámicas escolares por parte de las familias de origen inmigrante.

A demás, la institución escolar no sabe sacar provecho de las capacidades y conocimientos de este colectivo, debiéndose sustituir el concepto de “fracaso escolar” por el de “fracaso del sistema escolar” y desterrarse ese discurso tan generalizado que identifica la inmigración con problemáticas en el aula pues se genera desgaste en el propio alumnado que, a su vez, genera respuestas de resistencia escolar. Así pues, el centro escolar debe ser un espacio de aprendizaje pero también de adaptación a la cultura dominante del país de destino y los equipos docentes en agentes de cambio claves. Ambos aspectos se proyectarán sobre los resultados.

El acceso a la educación postobligatoria y al mercado laboral vendrán determinados por las diferentes situaciones jurídicas: menores extranjeros en situación administrativa irregular no tendrán acceso a cursos ocupacionales ni podrán inscribirse en las oficinas de ocupación. La gran dicotomía aparece cuando vinculamos esta información con el hecho de que, la mayoría de estos menores, ven en la formación profesional o en el trabajo, su salida más real. Si a este hecho, añadimos que, con la crisis, están desapareciendo los talleres ocupacionales y encontrar ofertas de trabajo es harto difícil (sobre todo, si pensamos que son jóvenes sin ningún tipo de formación laboral), nos hallamos ante situaciones críticas para estos jóvenes.

La educación en el tiempo libre se revela como una oportunidad: mejora los procesos de inclusión social de niños y jóvenes de origen inmigrante, a la vez que resulta una oportunidad pera educar a autóctonos, pero a menudo existe un nulo o poco acceso al tiempo libre organizado por falta de dinero, y saturación o falta de plazas en los existentes: faltan recursos, básicamente para adolescentes de la franja 16-19 años que se adapten a sus necesidades y demandas reales de ocio. Esto hace que se produzca una segregación en la realización de actividades de ocio.

Por lo que se refiere a la identidad, generalmente, tiende a considerarse un factor de riesgo cuando no lo es. Sólo el rechazo y estigmatización de la sociedad de destino que influirá en la configuración de una identidad que pueda ser problemática. Deberá aceptarse las identidades complejas y generar procesos de sensibilización. En todo caso, no debemos olvidar que niños y jóvenes conviven entre dos realidades o más y que es imposible buscar unidades definitivas

En el aspecto sanitario, destacar la diagnosis errónea o poco fiable por desconocimiento cultural o de idioma por parte de los diversos profesionales. A nivel de salud psicológica no debemos olvidar que los factores de estrés entre la familia provocarán estados de ansiedad y tensión emocional entre los hijos, sin olvidar, tampoco, que las diferentes situaciones migratorias pueden producir entre los más jóvenes duelos migratorios y sentimientos de pérdida que deberán ser diagnosticados y tratados, aunque, en realidad, muchos casos no son atendidos hasta que la situación se agrava de manera alarmante.

Por último, señalar que los profesionales destacan que la red de atención social “no funciona” (aunque dependerá de cada comunidad autónoma, pues la oferta, la diversidad y la calidad de los recursos es muy distinta en cada zona), que las intervenciones realizadas reproducen la desigualdad y la cultura de la pobreza. A menudo, los valores y creencias del profesional influyen en el proceso relacional con este colectivo y sus familias, y muchas veces conducen a intervenciones erróneas: esto es, desarrollando prácticas de maltrato institucional procedente de los poderes públicos o de la actuación individual de algunos de ellos.

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