Lo políticamente abyecto

Publicada 18 de Julio de 2014 09:45

Fuente: Agustín Unzurrunzaga. SOS Arrazakeria

Maroto

Agustín Unzurrunzaga. SOS Racismo.

Las recientes declaraciones del alcalde Vitoria-Gasteiz, poniendo en la diana de sus invectivas a las personas inmigrantes de nacionalidad marroquí y argelina, entran de lleno en la categoría de lo políticamente abyecto.

No es la primera vez que Javier Maroto hace este tipo de declaraciones, que afectan a la inmigración procedente del Magreb asentada en Gasteiz, a la que él identifica como consumidores desproporcionados de prestaciones sociales, de que su proyecto migratorio gira alrededor de las mismas, que no tienen ninguna voluntad o deseo de trabajar y que no hacen ningún esfuerzo por integrarse en la sociedad vitoriana. Para Javier Maroto solo son lícitas las prestaciones de desempleo que pudiesen percibir las personas extranjeras, pues provienen del trabajo realizado. No lo serían las prestaciones sociales que tienen un carácter más o menos universal, no directamente ligadas al ejercicio de una actividad laboral.

Luego del impacto que producen este tipo de declaraciones, suelen venir las rectificaciones parciales y las matizaciones. Por un lado, las del autor de las mismas y, por otro, las del partido en el que milita, el Partido Popular. Pero el autor nunca rectifica el fondo, ni su partido le desautoriza en cuanto al fondo. Ninguno de los dos va más allá de los matices. Y eso es lo más preocupante.

Lo dicho por Javier Maroto se parece muchísimo a las intervenciones que durante la campaña de las elecciones europeas hacía en los mítines Geert Wilders, dirigente del neopopulista e islamófobo PVV holandés, cuando preguntaba a los congregados en sus mítines si querían que hubiese marroquíes en Holanda. En el fondo, las ideas que sobre la inmigración magrebí viene expresando Javier Maroto se sitúan en una cada vez más amplia zona gris que se viene desarrollando entre los partidos de derecha extrema que se extienden por Europa, y los tradicionales partidos conservadores, liberales, de la derecha democrática europea. Dentro de esas corrientes de derecha democráticas, hay quienes de forma expresa rechazan esas zonas de contacto. Lo veíamos en la reciente elección de Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea, cuando le espetó a Marine Le Pen, del Frente Nacional, que estaba muy contento de no recibir el apoyo de su partido ni el de sus aliados del PVV, FPÖ, Liga Norte y Vlamms Belang. Y los aplausos del líder del grupo de los liberales demócratas, el belga Guy Verhofstadt, cuando Juncker hizo esa afirmación.

Pero esa posición, desgraciadamente, no se da en todos los partidos de ese grupo de los populares europeos, y menos todavía en el grupo encabezado por los conservadores británicos. No se da en el Fidesz de Hungría, no se da en la UMP de Francia, donde la tendencia Democracia Popular sí quiere consolidar y desarrollar esa zona gris con el nacional populismo, con la derecha extrema, con el Frente Nacional, y sobre todo en el ámbito municipal. Y, por lo que se ve, no se da en algunos cargos institucionales del Partido Popular, como Javier Maroto, alcalde de Gasteiz.

Tanto la Ley de Extranjería como las normas autonómicas reconocen que para acceder a las prestaciones sociales la condición de extranjero o extranjera no es un impedimento. No funcionan bajo el prisma de la preferencia nacional. No funcionan bajo el prisma nosotros-ellos. Y creo que eso es bueno, que es mucho más democrático y mejor para el funcionamiento de una sociedad socialmente cohesionada, y que no habría que perderlo. Pero algunos políticos buscan llevarlas a ese terreno, y con sus declaraciones presionan en esa dirección, para que se amplíen los espacios de discriminación legal, entrando de lleno en el terreno del discurso de las derechas extremas europeas, del “welfare chovinismo”, es decir, estado de bienestar sí, pero para los de casa.

Javier Maroto ha puesto en el punto de mira a una parte de la inmigración, a la de origen magrebí. Pero golpear en el ámbito de las prestaciones sociales contra una parte de las personas extranjeras, abre la puerta para golpear contra todas ellas por el hecho de serlo y, por su misma lógica, contra uno de los pilares de la arquitectura del actual sistema de prestaciones sociales: el de su carácter no discriminatorio, el de no hacer distinción entre autóctono y extranjero, el que considera que en el acceso a las prestaciones básicas no hay que funcionar sobre la base del criterio discriminatorio de la preferencia o la prioridad nacional.

Hay políticos que de forma más o menos expresa quieren romper con los moldes de lo “políticamente correcto”, y reivindican el derecho a hablar claro y a entrar en temas conflictivos. Pero es curioso observar que esa reivindicación proviene hoy, en la mayoría de los casos, de las corrientes más conservadoras y que, en la actualidad, como señala Tzvnetan Todorov, “la demanda de libertad de expresión total es la fachada habitual de la xenofobia (…) Inmediatamente recordamos un precedente significativo: ya en la época del caso Dreyfus, el órgano más violento del antisemitismo, dirigido por Eduard Drumont, se llamaba la Libre Parole”. En Badalona en abril 2010 el alcalde y candidato por el PP García Albiol, repartía en campaña para las municipales propaganda electoral con el lema “Hablando claro. Muchos lo piensan, yo lo digo” donde se criminalizaba a las personas gitanas rumanas que vivían en la localidad.

Lo que dice Javier Maroto puede ser atractivo para una parte de la población, para la que da salida a sus angustias y miedos, que son algo muy real, etnificando los problemas sociales, para la que piensa que si discrimina al que se encuentra a su lado quedará algo más de espacio para ella. Y esas personas le aplaudirán, y es probable que le voten, como en otros países de la Unión Europea votan a los partidos de derecha extrema que dicen ese mismo tipo de cosas. Algunos políticos de derechas, como he señalado más arriba, de forma expresa se desmarcan de ese voto, no lo quieren. Parece que no es el caso de Javier Maroto que, al contrario, lo busca.

El fin no justifica los medios. No conseguiremos tener un buen sistema de protección social discriminando en su acceso a una parte de la población en función de su origen nacional. Uno de los efectos más perniciosos del discurso populista es el de querer romper con los elementos de igualdad legal que todavía funcionan en algunos campos en nuestra sociedad, mediante el sistema de aumentar el grado de estigmatización de una parte de la sociedad, la de origen magrebí. Los discursos de los políticos con mando en plaza suelen ser algo más que la expresión de un pensamiento. Anuncian lo que quisieran hacer. En este caso, utilizando como chivo expiatorio a las personas de origen magrebí, plantear la exclusión de las personas extranjeras, de todas ellas, del acceso al sistema de protección social básica. Cuando Javier Maroto dice lo que dice, creo que sus palabras y su intención van más lejos que la de combatir contra las posibles situaciones de fraude en las prestaciones. Sus palabras indican que quiere ir más allá, que quiere poner en causa uno de los principios sobre los que se asienta el actual sistema de prestaciones sociales, su carácter no discriminatorio, no excluyente, en función del origen nacional de las personas. En definitiva, a mi juicio, y atendiendo a sus palabras, a Javier Maroto, y no sé hasta qué punto a sus compañeros de partido, creo que le gustaría otro sistema, en el que las personas extranjeras estuviesen excluidas del mismo. Ahora bien, ese sería un sistema basado en lo que proponen los partidos de extrema derecha en otras partes de Europa. Y creo que ello sería un desastre antidemocrático.

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