Proyecto Izeba

Red de familias voluntarias que aceptan actuar como tío/as de menores inmigrantes no acompañados

Jon Auzmendi
Baketik

El Proyecto Izeba se configura como una red de familias o personas (hogares) que aceptan actuar como tíos/as acogedores/as de menores extranjeros no acompañados (MENA) para contribuir a su mejor integración. Esta iniciativa se pone en marcha y desarrolla mediante un convenio suscrito por el Departamento de Política Social de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el centro Baketik de Arantzazu.
El objetivo es que, cada MENA, además de contar con el centro de acogida en el que vive, tenga en el entorno del mismo una familia de referencia. Todas las familias de tíos/as de acogida constituirán así una red de familias que complementan el esfuerzo de integración que se realiza desde las Instituciones y los centros de acogida en los que se encuentran. De algún modo de lo que se trata es de que los Menores Extranjeros No Acompañados o MENA, pasen a ser Menores Extranjeros Sí (Acompañados e) Integrados, o MESI.
La función que desempeñan estas familias de acompañamiento es la propia de un/a tío/a que vive cerca de un/a sobrino/a alejado/a por cualquier razón de su domicilio familiar. Las acciones concretas para desarrollar esta función se orientan a distintas formas de acompañamiento y presencia periódica y regular mediante encuentros semanales, llamadas de teléfono o distintas formas de apoyo o mediación con el entorno.
Actualmente, existen dos figuras que canalizan el apoyo familiar a menores en situación de desamparo: la adopción y el acogimiento. Con el proyecto Izeba se estarían poniendo las bases para sumar a éstas la figura de las familias de acompañamiento o de tíos/as acogedores/as. Una figura que puede ser especialmente adecuada para responder al desamparo de los menores extranjeros no acompañados.
El proyecto es ya una realidad y su puesta en marcha ha tenido lugar en Donostia con la participación de once menores que cuentan ya con su familia de referencia. La experiencia, de varios meses, está resultando muy satisfactoria para sus protagonistas.
Actualmente, además, son alrededor de 60 las personas o familias interesadas en tomar parte en esta iniciativa en toda Gipuzkoa. El siguiente paso consiste en ampliar esta experiencia al resto de la provincia.

Empeño colectivo para una mejor integración
En el Proyecto Izeba confluyen las Instituciones, a través de la Diputación Foral de Gipuzkoa y los Ayuntamientos colaboradores; la ciudadanía, a través de las familias voluntarias y de su entorno; y la sociedad civil organizada, a través de Baketik y otras entidades sociales que cooperan en la iniciativa. Es un empeño colectivo y coordinado con un único fin: dar una respuesta solidaria y eficaz que contribuya a la mejor integración de los menores extranjeros no acompañados.
En primer lugar, por tanto, es un proyecto de solidaridad. Baketik tiene la convicción de que, para vivir, convivir o educar mejor, la solidaridad es un factor indispensable. La vida no termina de completarse sin la experiencia del altruismo. Un buen criterio para introducirse en esta vivencia de la solidaridad es preguntarse una y otra vez quiénes son los últimos, los que más sufren en el entorno y remover los obstáculos que sean necesarios para que dejen de serlo. No sólo es un buen criterio, también es un imperativo humanitario y de justicia. Estas reflexiones llevan nuestra mirada hacia los MENA. No sabemos si son exactamente los últimos, pero sí podemos intuir que la carga de sufrimiento de un niño de su edad en sus condiciones es de las más duras y pesadas que puedan soportarse.
Sin embargo, esto no siempre es visible y evidente. A través de los medios de comunicación nos llegan informaciones, no siempre libres de prejuicios, estereotipos o sensacionalismos populistas, sobre lo que estos chavales hacen o dejan de hacer, dónde viven, cuántos son, o la alarma social, conflictos e incidentes que en algunos lugares se han producido con su presencia. A menudo ocurre que con este tipo de informaciones creemos saberlo casi todo sobre ellos y nos sentimos en disposición de enjuiciarlos y etiquetarlos colectivamente.
Pero lo cierto es que sabemos poco o nada de cada una de sus historias personales, sufrimientos y peripecias vitales hasta llegar aquí, de por qué han tenido que abandonar sus casas y familias o de cuánta responsabilidad tiene nuestro modo de vida en todo ello. Para intentar acercarnos siquiera un poquito a su realidad bastaría con que cada cual imaginase a un hijo de 14, 13, 12 o menos años marchando de su hogar y de su tierra para trabajar y encontrar dinero que enviar a los suyos en un país extraño con idioma, cultura, religión y tradiciones completamente desconocidas.
En este contexto, es en el que cabe preguntarse qué más podemos hacer que no estemos haciendo para contribuir a una mejor integración de estos menores. Así ha surgido, desde Arantzazu el Proyecto Izeba, y el posterior convenio entre Baketik y la Diputación Foral de Gipuzkoa. Y así es también como muchas familias se han inscrito voluntaria y solidariamente para formar parte de este proyecto.
Es un proyecto de solidaridad, pero también persigue ser eficaz a la hora de favorecer la integración de estos menores. El Proyecto Izeba se asienta en la convicción de que la creación de esta figura de los/as tíos/as acogedores/as puede ofrecer a los menores extranjeros no acompañados referencias familiares de contención, afectividad, apoyo y despliegue de relaciones sociales de proximidad.

Puntos de partida del proyecto Izeba

Este proyecto se asienta fundamentalmente en dos puntos de partida: el diagnóstico de la realidad en que se encuentran los MENA y la experiencia acumulada de la figura del acogimiento familiar, sobre todo una vez que éste ha finalizado.
El diagnóstico. El esfuerzo institucional desplegado para acoger y atender a los MENA es enorme. Sin embargo, la complejidad del fenómeno nos empuja a seguir intentando mejorar. En la actualidad estos menores disponen de un centro de acogida, monitores y servicios de apoyo y seguimiento diario. En la inmensa mayoría de los casos la respuesta de los menores es muy buena. El principal déficit está en su integración social. Normalmente, están rodeados únicamente de otros menores en iguales circunstancias; no disponen de un contacto de proximidad con el contexto social o con jóvenes autóctonos de su edad; carecen de referencias familiares; en algunos casos no encuentran una suficiente contención de sus impulsos; y en ocasiones aisladas se producen conflictos o situaciones de incomprensión e incluso rechazo con la población local que son magnificadas y generalizadas a todo el colectivo. Tratar de complementar y reforzar lo que ya se está haciendo en clave de integración es un propósito plenamente justificado.
La experiencia del acogimiento familiar. De los más de quince años de experiencia acumulada en torno a esta figura, hay un dato que es necesario destacar. Se trata del papel que juegan las familias acogedoras una vez que el periodo de acogimiento del menor ha finalizado bien por la vuelta a la familia biológica, o a un centro, o bien por emancipación u otras razones. En estos casos, en algunas ocasiones, la familia que fue acogedora, se transforma espontánea y voluntariamente en una familia de acompañamiento, referencia o apoyo para ese menor que ha convivido temporalmente con ellos. Se convierten en algo así como sus tíos/as. Cuando esto ocurre, normalmente, los resultados son mejores. El menor cuenta con más apoyo, con más afectividad, con más referencias, con más opciones, con más contención, con más cauces de integración social y con más posibilidades de estructurar su vida de una manera constructiva. El Proyecto Izeba se sustenta en base a esta experiencia práctica, y no sólo a una especulación o conjetura teórica.

Objetivos y finalidad

Los principales objetivos del Proyecto Izeba son por un lado, contribuir a la mejor integración social de los MENA mediante la creación de referencias familiares de afectividad, y mediante la facilitación por parte de las familias de nuevas relaciones sociales en el entorno de estos menores. Por otro, crear una red de familias que colabore con las Instituciones responsables en la mejor y más ética respuesta a la problemática y dificultades que plantea la acogida e integración de los MENA.
De manera más general, también se pretende fomentar ante una problemática tan compleja como ésta una conciencia social de solidaridad y compromiso y una conciencia mediática de rigurosidad y responsabilidad; contribuir a elaborar una mirada social más humanizada hacia estos menores, incorporando la perspectiva de la cercanía y la empatía hacia su realidad y fomentando una conciencia social de solidaridad y hermanamiento; y, finalmente, restarle peso a la imagen del miedo, el prejuicio o el etiquetado colectivo, y conmover la fuerza de la sensibilidad humana ante estas personas recordando e imaginando que podrían ser nuestros hijo/as.
La finalidad es intentar reducir el sufrimiento de los MENA, ayudarles a convivir, a hacer de su proyecto migratorio un proyecto de vida digno y viable… a que puedan ser mínimamente felices. Todo ello pasa por una misma condición básica: contribuir a su mejor integración. Esta es la misión: la integración; y sus dos claves de desarrollo: afectividad y conectividad.
En la dinámica de convivencia interna de los menores extranjeros no acompañados con las familias de acompañamiento, la primera clave es la afectividad. Elaborar, ofrecer y recibir una relación de afectividad. Una afectividad de familia que aporta confianza, seguridad, apoyo y contención. La familia voluntaria juega un decisivo papel de mediación hacia fuera entre el menor y el entorno. Por eso, la otra clave o misión de los/as tíos/as o primos/as acogedores/as es favorecer la conectividad de estos menores facilitándoles el despliegue de relaciones sociales de proximidad, amistad o intereses y aficiones compartidas.

Recursos para las familias voluntarias

Quienes deciden inscribirse como familias o personas voluntarias para colaborar con el Proyecto Izeba, no están solos/as en su esfuerzo de solidaridad. Tienen a su disposición un servicio de apoyo especializado coordinado con el centro de acogida del menor y en contacto permanente con cada una de las familias para apoyar su labor, responder a consultas u ofrecer orientaciones ante dificultades que pudieran surgir. Las familias voluntarias y el equipo técnico tienen un foro privado en Internet en el que intercambiar sus experiencias, dudas, consultas, opiniones, críticas, sugerencias o aportaciones.
Periódicamente se envía a las familias voluntarias un boletín con noticias, vivencias, recomendaciones, sugerencias o reflexiones temáticas relacionadas con la experiencia de las familias de acompañamiento o de tíos/as acogedores/as.
Baketik organiza periódicamente en Arantzazu o en otros lugares de Gipuzkoa encuentros para las familias de acompañamiento. En estos encuentros, además de ofrecer contenidos formativos relacionados con el Proyecto Izeba, las familias tienen la oportunidad de intercambiar sus impresiones y experiencias.
Con el fin de apoyar el esfuerzo de integración que realizan las familias de tíos/as acogedores/as, anualmente se organizará, al menos, una campaña de sensibilización de ámbito local o provincial. Estas campañas intentarán conmover la fuerza de la sensibilidad humana ante estas personas recordando e imaginando que podrían ser nuestros/as hijos/as.

Algunas pautas para ser Izeba

Las familias voluntarias reciben un conjunto de pautas para el mejor desempeño de la función de tíos/as acogedores/as. Son recomendaciones que conviene tener en cuenta para orientar de la forma más constructiva posible la relación entre las familias voluntarias y los menores. Describimos, a continuación, algunas de ellas.
Es necesario que las familias voluntarias entiendan lo que son y lo que no son. No son los padres biológicos, ni adoptivos de estos niños. Son familias o personas que quieren acompañar y ayudar a estos menores a integrarse mejor en nuestro entorno social. Adoptamos imaginariamente la figura de tíos/as para situar mejor esa función.
Asumir lo que se puede y lo que no se puede es igualmente importante. Las familias de acompañamiento no son responsables de «salvar» o «reeducar» a estos menores. No pueden arreglar radicalmente sus vidas aunque les gustase. Sólo pueden crear condiciones que contribuyan a su mejor integración, es decir, que les ayuden a vivir y a convivir mejor.
Es fundamental saber que se crean condiciones mediante la afectividad y la conectividad. Se crean condiciones de dos maneras: hacia dentro, construyendo una relación que elabora, ofrece y recibe afectividad; y hacia fuera, facilitándoles en nuestro entorno el despliegue de relaciones sociales de proximidad, amistad o intereses y aficiones compartidas.
Crear, construir y sostener, un espacio de afectividad con los MENA implica, al menos, lo siguiente: mirada positiva, constancia y regularidad, comunicación y empatía, apoyo y contención, y amor y límites. De la suma de todo ello puede nacer una relación basada en la confianza.
Afectividad, en una primera instancia, es ofrecer una mirada positiva, comprensiva y libre de prejuicios. Simplemente esa mirada tiene un poder enorme de oportunidad, integración, crecimiento o cambio y mantenerla durante el tiempo de acompañamiento debe ser un objetivo de los tíos/as.
La afectividad es regularidad y constancia. Estar ahí pase lo que pase, al menos, una vez a la semana. No es tarea de un día. No debe esperarse que desde el primer momento el afecto y la confianza broten a borbotones. Debe construirse pacientemente y paso a paso con perspectiva de proceso y progresividad.
La afectividad es comunicación y empatía. Comunicación y empatía se pueden traducir en una única idea: escuchar sin juzgar. Podemos juzgar los hechos pero no a las personas. Si juzgamos a las personas no podemos escuchar, ni dialogar ni comunicarnos. Comunicación y escucha en este caso quiere decir interesarnos profundamente por la historia de estos niños y compartir con ellos la nuestra.
La afectividad es apoyo y contención. La comunicación y la empatía serán más propicias si ven un apoyo fiable y regular. Es necesario apoyarles y ayudarles sin abrumarles y sin ingenuidades. No se debe olvidar que sus edades rondan la adolescencia y esto añade dificultad. Por eso, es importante saber que contenerles también es apoyarles. La contención no es imposición ni prohibición, es acompañamiento, orientación, negociación y, en algunos casos, negación.
La afectividad es amor y límites. El amor es la voluntad de promover al otro en cuanto otro (Nedoncelle). Se trata de transmitir este sentimiento mediante el reconocimiento, la aceptación, la valoración, la expresión de lo que sentimos hacia estos menores. Pero el amor no debe confundirse con una permisividad carente de límites, a veces implica conflicto y dificultad que deben ser afrontadas.
La afectividad es finalmente confianza y gratuidad. Un espacio de afectividad que crece tiende hacia una relación de confianza y gratuidad recíproca. Esa afectividad es dar y confiar sin esperar nada a cambio, y es estar dispuesto a recibir con humildad. La relación entre los MENA y las familias de tíos/as acogedores/as no debe ser material ni económica. La confianza y la gratuidad deben construirse mediante una afectividad que se asienta en la constancia y la regularidad, la comunicación y la empatía, el apoyo y la contención, y el amor y los límites.
En la filosofía del Proyecto Izeba, tan importante como crear un vínculo de afectividad familiar es que las familias voluntarias puedan servir de cauce y mediación para que los menores puedan desplegar nuevas relaciones en el entorno local de la familia o de residencia de los menores.

Sólo podemos crear condiciones

A pesar de todas estas recomendaciones y consejos, a pesar de que se ponga lo mejor, no se puede olvidar que somos limitados/as, que la tarea es compleja y difícil y que, en definitiva, se debe estar preparado para fracasos puntuales e incluso definitivos. La peor tentación y la expectativa más destructiva puede ser la de creer que podemos ser «salvadores» de estos niños, que podemos apropiarnos de sus vidas para corregirlas y enderezarlas. Esto puede ser un grave error. Solo podemos crear condiciones, no podemos controlar los resultados. Dice Vaclav Havel que «la esperanza no es la convicción de que todo saldrá bien sino la seguridad de que tiene sentido lo que hacemos sin preocuparnos de los resultados». ¿Tiene sentido el Proyecto Izeba? ¿Tiene sentido intentar apoyar a un menor extranjero no acompañado? Sí, tiene sentido. ¿Cuáles serán los resultados? No lo podemos saber, sólo sabemos que podemos crear condiciones para intentar que las cosas mejoren, y sentirnos agradecidos por tener la posibilidad de hacerlo.

Más información sobre el proyecto Izeba
Las personas o familias interesadas en obtener más información sobre esta iniciativa pueden ponerse en contacto con Baketik a través del teléfono 943-251005, escribiendo a izeba@izeba.org o consultando la página web www.izeba.org.

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